Ansiedad adaptativa VS Ansiedad desadaptativa
¿Habías oído hablar de más de un tipo de ansiedad? Puede que no, últimamente hablamos de ansiedad en términos genéricos, englobando normalmente a una sola. Ansiedad. Así sin más y asusta mucho. Aunque casualmente parece que hemos aprendido a vivir con ella, la hemos normalizado.
Hoy me gustaría mucho poder explicarte que hay dos tipos. Una buena y otra menos buena (que no significa que sea mala, sólo algo menos agradable).
Empezando por el principio, la ansiedad es una respuesta natural de nuestro cuerpo ante situaciones de amenaza que percibe, y es que, nuestra mente y nuestro cuerpo realmente no saben distinguir al 100% lo real de lo ficticio. Ten en cuenta que nuestros antepasados necesitaban este sistema de alerta puramente por supervivencia.
Imagínate que te vas de safari a África, estás haciendo fotos tranquilamente y de repente ves un león a menos de dos metros de ti. Bien, pues tienes un problema porque lleva unas semanas sin comer (no se si los leones comen personas pero en mi ejemplo de ahora, si). En este mismo momento es cuando se activa un sistema de alerta que gracias al cortisol hará que aumente tu frecuencia cardíaca, no te duermas (porque tienes que escapar), tus pupilas se dilaten para captar mejor dónde puedes ponerte a salvo y la sangre y demás pasará de funciones que no considera imprescindibles en ese momento, como hacer la digestión, a tus músculos y demás porque imagino que intentarás trepar algo (como puedes ver nunca he ido de safari).
La cuestión es que en este tipo de casos la ansiedad funciona, bien digamos. El problema es cuando sentimos esto mismo y no tenemos un león delante sino un jefe, un compañero de trabajo competitivo que nos hace la vida imposible, un padre, una pareja, un informe, etc. Por eso te comentaba lo de que tu cuerpo no distingue si es real o no, si la activación tiene que ser tanta o no hace falta porque no hay nada de lo que ponerse a salvo, básicamente porque nunca estuviste en peligro.
La ansiedad adaptativa puede motivarnos a tomar medidas necesarias para evitar ciertos “pequeños peligros” o prepararnos adecuadamente para una situación importante, puede ayudarnos a aumentar la atención y la concentración, mejorando el rendimiento en tareas que puedan requerir que seamos más precisos y rápidos. A la vez, incluso, puede hacer que seamos más cautelosos y conscientes de nuestro entorno y así evitar situaciones que sean potencialmente peligrosas.
Para mi, la clave y diferencia entre una y otra es que la ansiedad adaptativa tiene un momento y una razón de ser, ajustada a una realidad y la patológica no.
La ansiedad desadaptativa se da cuando esta respuesta de ansiedad es excesiva y persistente. Básicamente y siguiendo nuestro ejemplo es cuando ves leones por todas partes y realmente estás conduciendo por la M-30, no hay safaris ni leones que valgan. Y es ahí cuando hay un problema. Este tipo de ansiedad hace que venga la famosa somatización en forma de dolores de cabeza, tensión muscular, miedo constante, mareos, ataques de pánico; y otros más serios como aislamiento social, dependencia de sustancias y comportamiento de tipo impulsivo entre otros.
Aquí, tu ansiedad ha dejado de ser una respuesta útil para convertirse en un obstáculo en tu vida diaria. Esta forma de ansiedad es desproporcionada y no se ajusta a una realidad.
Si este último es tu caso, no olvides pedir ayuda. La ansiedad no va a menos, se acaba convirtiendo en ese león que te persigue.
Pero calma, hay cositas que podemos hacer para cambiar ciertos hábitos y aprender a detectar qué tipo de ansiedad es la que tenemos. La dejamos para el próximo post.